sábado, 30 de agosto de 2014

Alejandra en primavera



En la noche del 20 de agosto de 1968 y hacia la madrugada del 21, medio millón de soldados y cerca de tres mil tanques de cinco países del Pacto de Varsovia, la Unión Soviética, Bulgaria, Polonia, Alemania Democrática y Hungría, atravesaron las fronteras de un pequeño e indefenso país, llamado Checoslovaquia. El objetivo de la invasión era concluir con la serie de reformas iniciadas en ese país, conocidas como la “Primavera de Praga”,

En 1968, en Argentina, regía los destinos del país, un general con claras tendencias fascistas, Juan Carlos Onganía. Ejercía la presidencia desde 1966, cuando se levantó contra el endeble gobierno constitucional de Arturo Umberto Illia. Era apodado, “La Morsa”, por sus prominentes bigotes. Fue en este escenario nacional e internacional, que vivió sus jóvenes años, la protagonista de esta historia, Alejandra Marianela García, quien si bien, no tenía un decisivo partidismo hacia la izquierda o hacia la derecha, se vio envuelta en una maraña de sucesos que hicieron que su destino diera un vuelco definitivo e irreversible en ese año conflictivo de 1968. 

Alejandra es el personaje principal de este relato. Al menos, “en apariencia”. Porque Alejandra de pronto “desaparecerá” y no dejará rastros visibles. Será quizás en ese momento, en que Alejandra ya no será más Alejandra, una ficción literaria, sino, el símbolo de aquello que es en sí, un crimen de lesa humanidad. Alejandra es esa metáfora que la supera a ella misma. Es un canto a la esperanza de encontrar y ser encontrado. De buscar y ser hallado. Es esa metáfora de identidades perdidas o arrebatadas, que pugnan por ser restituidas. 

Pero en definitiva, ¿qué es una identidad? Prima facie, puede ser un nombre y apellido. ¿Y un nombre y apellido qué puntualizan? A una persona. Lo que hace que esa persona sea esa persona y no otra. Las dictaduras y sistemas autoritarios y brutales, siempre han empleado la agresión directa a los cuerpos y la conversión de nombres a números asentados en libros y estadísticas burocráticas. Pero esas dictaduras, no siempre han llegado a cumplir su cometido. Han doblegado cuerpos, es verdad, pues el cuerpo humano es frágil, pero no siempre han doblegado almas. Es aquí en donde Alejandra es más que Alejandra. Irá más allá de su cuerpo, para recuperar su alma. 

Alejandra Marianela García… ésta es su historia. 

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