jueves, 13 de junio de 2013

Alejandra fue al balcón...

Viernes 7 de Junio de 1968.


"Alejandra fue al balcón. Era una noche fría. Pero no le importaba. Se encendió un pucho. Se apoyó en la baranda con los codos. Aún nadie reparaba en su ausencia. Y ella meditaba… Meditaba si las ausencias podían repararse. Pese a sus jóvenes 28 años, Alejandra estaba movilizada. Había visto a la muerte caminar afablemente por el desierto del Sinaí. Le había visto la cara. Una cara sin forma. De un color incoloro. De gestos casi pétreos. No vestía de negro como la muerte de Bergman. Vestía arpillera. Lo que le daba un aspecto aún más bizarro..."

"Primaveras"

© Jorge A. Vai 2012
Todos los derechos reservados

jueves, 6 de junio de 2013

El catoblepas


"No hago otra cosa que sentir bajo el vientre, el calor del fango, mi cráneo es tan pesado que me es imposible llevarlo. Lo enrollo alrededor de mí, lentamente y, con las mandíbulas entreabiertas, arranco con la lengua las hierbas venenosas humedecidas por mi aliento. Una vez, me devoré las patas sin advertirlo".


Jorge Luis Borges, "El libro de los seres imaginarios".

jueves, 30 de mayo de 2013

Giuliana (conclusión)


Ella, casada. Dos hijos. Sin saber aún por qué los trajo al mundo. Probablemente para acatar el mandato de no se quién. Su alma vagaba, no obstante, por senderos que ni su marido, Matías, hubiera creído que existían. Pasadizos secretos de sus secretos. Celosos de ellos. Pero Giuliana había tocado no sólo su mano, sino la cerradura invisible de uno de esos pasadizos. Ignorados. Negados por largo tiempo. Y lo abrió... Así sin más. Irreverente. A sus treinta y tantos.

Ella tentó encenderse un Virginia Slims. Giuliana se anticipó. Tomó su muñeca y se lo encendió. Sus miradas permanecieron suspendidas. Atónitas. Quizás cautivas de un encantamiento tan antiguo como el mundo. Giuliana necesitaba el trabajo de camarera. Pero ese segundo no fue un segundo de dudas. Sólo de certeza. La certeza de apoyar levemente sus labios en los labios de ella. Y luego, en un luego que no pudo ser medido, pues abarcó eternidades, le susurró algo al oído. Ella abrió su carpeta y transcribió ese preciado tesoro al papel. Era el teléfono móvil de Giuliana…

Ya de regreso al hotel. Le sugirió a Matías que aún le restaba mucho por conocer en Italia. Que no quería volver al Nuevo Mundo, no tan nuevo. No aún… A Matías poco le importó. Él tenía obligaciones impostergables. Y lo impostergable para ella se hallaba a metros del León de la Piazza… ya no habría más postergaciones. No había motivos para ello. Y lo impostergable tenía un nombre. Y lo impostergable se llamaba Giuliana. Y su burguesía predecible, se iría al diablo. O al Averno del Dante. Quizás al Segundo Círculo… sólo quería amar y ser amada… y eso… no es pecado… no. 

Aunque el viento de azufre te atormente por toda la eternidad.

Reg. Dir. Nac. de Derecho de Autor 2012 - Jorge A. Vai 2012

miércoles, 29 de mayo de 2013

Atardecer


El día se va solo. No hay razón alguna para que se fuera con alguien. Y la noche lo reemplaza, como quien reemplaza a otro en la guardia. Quizás sólo se trate de eso. Una sucesión de guardias. Y las emergencias quizás seamos nosotros, que deambulamos de guardia en guardia. 


El piano me marca que esta guardia llega a su fin. Y da comienzo otra. Y así hasta que el día reaparezca con un par de cafés a despertar a la noche, que se quedó dormida recordando cuando no había días, ni había noches. Y la noche sonríe. Aunque apenas. Bebe sorbos de delicioso café, mientras mira la copa de los árboles rebosantes de hojas amarillas, obstinadas por caer. Enrosca la bufanda al cuello y se va. Otro día comienza...

Jorge A. Vai
Reg. Dir. Nac. Derecho de Autor
de la República Argentina 2013

martes, 28 de mayo de 2013

Giuliana (Primera Parte)

Se puede nacer en América. Y no es ilícito precisamente. Muy por el contrario. Pero enamorarse, siempre es preferible hacerlo cerca de la Plaza de San Marcos. La vieja Venecia. Con sus viejas historias de mercaderes cristianos o de mercaderes judíos con aroma a Shakespeare, de sacerdotes indignos, algún dux medieval, muy liberal para su tiempo o de putas muy aseñoradas, tanto, que incluso a sus clientes les resultaba difícil reconocerlas.


Se puede nacer en América. Pero ella, en una vuelta de acasos o de azares caprichosos, se enfrentó cara a cara con el amor. Su vida era por demás apacible. Era por demás muy burguesa. Predecible. Y sin embargo, fue impredecible que derramara su cappuccino con abundante canela, casi excesivo, como a ella le gustaba en el Café "Florian" de la "Piazza" y que la camarera acudiera presta a remediar el asunto. El dulce encanto de lo "indeterminado". Ella pidió las disculpas del caso, con la cortesía que la caracterizaba. Y en un instante, su corazón dejó de palpitar, en lugar de palpitar más rápido. El amor es extraño y tiene circunvoluciones insospechadas.

"Giuliana". Tal el nombre de la camarera. Se agachó para recogerle una carpeta que también había ido a parar al suelo. Sus manos se rozaron. Las suaves yemas de sus dedos burgueses sintieron la firme tibieza de la mano de ella. Giuliana sonrió apenas. Como con una timidez que no era verdadera. Como con una complicidad que no era complicidad, sino un deleite muy poco solapado. Al fin y al cabo, todo era posible en Venecia...

Registrado. Dirección Nacional 
de Derecho de Autor 
de la República Argentina 2012.
Jorge A. Vai 2012. 
Todos los derechos reservados.

"El gato de Foucault"

viernes, 24 de mayo de 2013

Razones


Tus motivos, no 
son los míos...
Tu percepción es
la miopía de un miope.

El vacío de 
un indigente
pródigo de
alguna riqueza
pretérita,
tan presente y
tan muerta...

Tus razones,
no son las mías.
Muros de papel, 
de barro,
de nada de
toda nada,
sólo muros, 
imaginados, en
tu imaginario,
imaginando fantasmas,
imaginando bestiarios...

Sí...
Me has 
abandonado...
Y el carrusel
sigue su giro...
Nada lo detuvo,
nada lo detendrá, 
hasta el último
segundo del
fin de los segundos...

Registrado en la Dirección Nacional de Derecho de Autor
de la República Argentina 2011.

jueves, 23 de mayo de 2013

De finales iniciáticos


Según pasan los días

"Yo solía beber 15 horas al día, pero principalmente vino y cerveza. Debería estar muerto. Y lo voy a estar. No es tan grave, cuando lo piensas. He llevado una vida extraña y confusa, de total y espantosa servidumbre, en su mayor parte. Pero creo que la diferencia estaba en la manera en que me abría paso entre la mierda. Volviendo la vista atrás, creo que siempre exhibí cierto grado de impasibilidad y de clase, al margen de lo que ocurriera".

Charles Bukowski
"El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco"

Linda Lee Bukowski - todos los derechos reservados, 1998.
Editorial Anagrama - todos los derechos reservados, 2000.-


Más allá de lo racional...




¿Por qué Stella permanecería junto a un troglodita como Stanley Kowalski? Quizás sólo baste observar su mirada hacia él... Un deseo que va más allá de lo racional. Más allá de toda justificación lógica...
"Un tranvía llamado deseo", la obra de Tennessee Williams llevada al cine por Elia Kazan en 1951 e interpretada por un monumental y "brutal" Marlon Brando, junto a Vivien Leigh y Kim Hunter. 

Bar de los corazones encontrados

- ¿Vos sos la que me robó el corazón?
- Podría ser - contestó ella con un desparpajo poco descriptible.
- Bueno, pero me lo tenés que devolver - repliqué yo.
- No - respondió ella.
- ¿Y por qué no? - pregunté algo desorientado.
- Porque no lo robé. Lo encontré en este bar, junto a una taza de café cortado a medio beber.
- Pero me lo tenés que devolver - insistí yo.
- No. Lo encontré y me lo quedo. Y yo, te ofrezco el mío. 
- Dale. ¿Entramos? ¿Tomarías un cappuccino conmigo?
- ¿Por el encuentro? 
- Por el encuentro.
- Pero con abundante canela - agregó ella.
- Con abundante canela... - dije mientras le abría la puerta del "Bar de los corazones encontrados". Un extraño sitio en donde las personas se encuentran y pueden hallar corazones en una mesa junto a una taza de café cortado a medio beber. Un extraño sitio en donde el milagro de encontrar al otro, a ese "otro" que quizás en otro lugar no encontraría, se da, así, sin más... 

El mozo, de impecable vestimenta tradicional blanca y negra y sus respectivos botones dorados, nos sonríe y nos indica una mesa. Me pregunto si es sólo un mozo o si es alguna especie de mago disfrazado de mozo. 

Todo es posible en el "Bar de los corazones encontrados", como en los remotos gabinetes de alquimistas medievales. Y la alquimia hará lo suyo. O el cappuccino con abundante canela. No se... puede ser.

Jorge A. Vai 2013. Todos los derechos reservados

viernes, 17 de mayo de 2013

Ya era tarde...



(Av. Corrientes y Carlos Pellegrini, dos y media de la mañana)

Un hombre, de unos sesenta años, barbado y maloliente pide monedas a los eventuales transeúntes (horrible vocablo, muy policial y/o periodístico). Vestido con andrajos a simple vista, en realidad lleva un traje de unos treinta o treinta y cinco años de antigüedad, raído no sólo por el tiempo, tal vez también por olvidos de poca monta o de gran envergadura, tal vez raído por familias ausentes o simplemente raído por una suerte esquiva que sólo se acuerda de favorecer a los ganadores de alguna tómbola caprichosa...

"Ya era tarde" (fragmento) "Nuevos caminos de Noelia"

© Jorge A. Vai 2013
Todos los derechos reservados.

martes, 2 de abril de 2013

Praga en primavera...


Praga, lunes 12 de agosto de 1968.
Diario de Alejandra.-

"Una tostada de pan de centeno me esperaba ansiosa, dijo Marie. Qué cosa tan cotidiana, tan a la mano. Y con sólo tomarla con la mano y llevarla a la boca, es masticada y tragada. De esos sucesos está hecha la vida, creo. Lo otro, no se. Me parece casi irreal. Casi irreal y tal vez hasta dantesco. O grosero o apenas grosero, lo justo y necesariamente grosero. Ya no estoy tan segura. Es grosero que alguien considere que debe masacrar a otro ser humano sólo porque no piensa igual, no adora al mismo dios o no cree en la vacuna antivariólica. Qué se yo. Vivo en un mundo complicado".

"Praga en Primavera".

© Jorge Vai 2013.-

jueves, 28 de febrero de 2013

Carola




Introducción a "Carola"
Los misteriosos caminos de Noelia

Y Noelia, iba abstraída, muy campante, ascendiendo por la calle Juramento del barrio del Belgrano, justo enfrente de la primera de las barrancas. Al llegar a la intersección con 3 de Febrero, detuvo su marcha para observar la confitería – bar en esa peculiar esquina de varias esquinas, pues de ahí también, parte una cortada, de nombre Zavalía. Una cortada especial. Como algo penumbrosa, a causa de los altos plátanos, de esos plátanos que a Noelia le destrozaban, no el corazón, sino sus narices, con plétoras de estornudos primaverales.

Y Noelia las vio a ambas. Una par de damas. Una agraciada. La otra común. Una glamorosa y con aires despreocupados, vale decir, con aires de “estoy al pedo y no se qué mierda hacer de mi vida”, la otra una anteojuda de blusa blanca y pollera negra, casi un uniforme… Una inusual díada. Por momentos impensable. Como una curva recta o una recta curva. Pero… si en el universo no euclidiano, las paralelas se tocan, todo es posible en este, un universo más prosaico, más cotidiano, más a mano. Incluso ellas, sentadas en la vereda sobre Avenida Juramento. La del glamour con un vaso de algo como martini y unos pochochos salados. La otra, nada.

Y Noelia se sentó en la mesa contigua. Y Noelia, escuchó una historia. Como tantas veces había escuchado. Sólo que esta historia, era la de Carola y Lorena…

© Jorge A. Vai 2012