jueves, 23 de mayo de 2013

Bar de los corazones encontrados

- ¿Vos sos la que me robó el corazón?
- Podría ser - contestó ella con un desparpajo poco descriptible.
- Bueno, pero me lo tenés que devolver - repliqué yo.
- No - respondió ella.
- ¿Y por qué no? - pregunté algo desorientado.
- Porque no lo robé. Lo encontré en este bar, junto a una taza de café cortado a medio beber.
- Pero me lo tenés que devolver - insistí yo.
- No. Lo encontré y me lo quedo. Y yo, te ofrezco el mío. 
- Dale. ¿Entramos? ¿Tomarías un cappuccino conmigo?
- ¿Por el encuentro? 
- Por el encuentro.
- Pero con abundante canela - agregó ella.
- Con abundante canela... - dije mientras le abría la puerta del "Bar de los corazones encontrados". Un extraño sitio en donde las personas se encuentran y pueden hallar corazones en una mesa junto a una taza de café cortado a medio beber. Un extraño sitio en donde el milagro de encontrar al otro, a ese "otro" que quizás en otro lugar no encontraría, se da, así, sin más... 

El mozo, de impecable vestimenta tradicional blanca y negra y sus respectivos botones dorados, nos sonríe y nos indica una mesa. Me pregunto si es sólo un mozo o si es alguna especie de mago disfrazado de mozo. 

Todo es posible en el "Bar de los corazones encontrados", como en los remotos gabinetes de alquimistas medievales. Y la alquimia hará lo suyo. O el cappuccino con abundante canela. No se... puede ser.

Jorge A. Vai 2013. Todos los derechos reservados

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